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«Ante el fondeadero de tu mirada dramática te devuelvo mi salvaje sumisión entre el sudor y la emergencia como regalo para ti, varón inconvocable...» Hacerse poeta es una enfermedad incurable para la que no existe antídoto y bien hubiera querido ser otra cosa en la vida, pero nunca se me ocurrió algo distinto. Creo en la autoridad del verso porque odio la complacencia. Este es un poemario basado en el terrible lenguaje de los hechos de una mujer que camina sobre versos en ascuas, a pesar de la poesía y de sí misma. En este libro aspiro a irritar para ir un poco más lejos de cualquier recompensa, porque no la hay. El dolor nunca la tiene. Edificadas sobre un ritmo de tres por cuatro, cada imagen y cada metáfora, se amparan en la estridencia y en el silencio... acaso el más fuerte de los ruidos. Verbo a verbo, solo pretendo que nos aventuremos más allá del mundo conocido para adentrarnos en uno distinto. No prometo nada, ni siquiera un lenitivo para la ansiedad de la gramática, pero sí aseguro que caminaréis por páramos brutales y desolados, llenos de arañazos interiores. «Aclama, tú, al señor por toda la tie