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A mediados del s. XIII el monarca noruego Hákon Hákonarson promovió una actividad cultural sin precedentes en las tierras del norte con la intención de introducir las formas y modales cortesanos europeos en su país y emular a los soberanos de los reinos del sur del continente. Fruto de aquella política artística y cultural, fueron las traducciones y adaptaciones a la antigua lengua nórdica de obras ampliamente divulgadas en las cortes europeas. Producción característica de aquel período son las llamadas sagas de caballeros o riddarasögur, basadas algunas de ellas en traducciones de textos de procedencia francesa, mientras que otras son obras de origen islandés salpicadas de elementos autóctonos nórdicos y otros de origen extranjero. Al primer grupo pertenece la versión de la celebérrima leyenda de Tristán e Iseo que en 1226 llevó a cabo cierto hermano Roberto por indicación del propio Hákon. Basada muy probablemente en el roman de Tristan de Thomas, poeta normando de la corte de Enrique II de Inglaterra, la Saga de Tristán e Iseo nos describe el infausto y atormentado amor de unos jóvenes que no son sino jug