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Los antiguos creían que a cada estrella le correspondía una flor y no dudaban en cruzar todos los mares navegables para buscar flores nuevas en tierras desconocidas. Amamos las flores al igual que amamos las estrellas y en nuestro sencillos paseos campestres o urbanos podemos disfrutar de la belleza de girasoles, amapolas, rosas silvestres, malvas, lirios o margaritas. Las flores también encierran una lección: nos enseñan que hemos de florecer ùa pesar de que el esplendor será breveù, nos invitan a hacer cosas maravillosas, nos consuelan y dan alegría a nuestro corazón. Este libro celebra el asombro, la intensidad de la vida que en todas las estaciones llena prados y piedemontes, alcorques y descampados brotando bajo las altas nubes. Una guía para conocer y amar las flores. a de todo tacto y contacto. Sólo escoge doce porque dice que el que hace trece "no puede ser más que el hoyo que espera al final del camino", y que se cerrará sobre él para siempre.upone verse frente al abismo de la adultez y las responsabilidades.